La huelga general se acerca. Uno de los sindicatos médicos más importante, el CESM, ya ha dicho que no la secundará. Pero, al parecer, no vamos a ser los únicos. Ni muchísimo menos.
Para empezar, los autónomos (o al menos parte de ellos) no van a apoyar esta huelga, lo cual supone un enorme número de personas que, si los piquetes "informativos" (o más bien, mafiosos) se lo permiten, abrirán sus negocios con total normalidad. Por otro lado, están los funcionarios. Tras la vergonzosa actuación de UGT y CC.OO. en la pasada huelga de funcionarios, su sindicato mayoritario, CSI-CSIF, tampoco secundará la convocatoria de huelga. A esto sumemos que los trabajadores del Metro de Madrid tampoco están por la labor de sumarse a esta convocatoria, por lo que, nuevamente, si no hay interferencias, el metro debería funcionar con relativa normalidad. Y también debemos tener en cuenta que nuestros compañeros de SATSE tampoco harán huelga.
Entonces, ¿qué les queda a los sindicatos de clase? Pues, como siempre, intentar controlar los transportes públicos para que, aunque uno no quiera hacer huelga, le resulte lo más difícil posible llegar a su puesto de trabajo. Vamos, un secuestro puro y duro de los ciudadanos. Junto a la inestimable labor coercitiva de los ya mencionados piquetes "informativos".
En todo esto, es el Gobierno el que debe garantizar la movilidad de las personas y la libertad de cada uno para acudir a su puesto de trabajo si es lo que desea. Y las actitudes, repito de nuevo, mafiosas e ilegales, perseguirlas y castigarlas de acuerdo a la ley, ni más ni menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario