Al menos eso es lo que se desprende de dos estudios publicados en estos días en relación con el tratamiento del cáncer colorrectal.
En el primero de ellos, publicado en el último número del New England, se analizó la eficacia del tratamiento con quimioterapia + bevacizumab +/- cetuximab. El brazo de tratados con cetuximab no sólo no fue mejor que el otro, sino que fue peor, observándose una menor supervivencia libre de progresión en los tratados con cetuximab, así como una peor calidad de vida.
En el primero de ellos, publicado en el último número del New England, se analizó la eficacia del tratamiento con quimioterapia + bevacizumab +/- cetuximab. El brazo de tratados con cetuximab no sólo no fue mejor que el otro, sino que fue peor, observándose una menor supervivencia libre de progresión en los tratados con cetuximab, así como una peor calidad de vida.
Aunque es algo que ya se venía "avisando" desde algunos foros, podríamos pensar que es un resultado negativo aislado, por decirlo así, "al azar", y que la combinación de varias terapias dirigidas sí tiene su papel. Pero, viendo el último número del JCO, nuestro gozo en un pozo. Se publican los resultados de un estudio muy similar, empleando panitumumab en vez de cetuximab. Y, ¡oh sorpresa!, parece que apunta en la misma dirección. El brazo de panitumumab presentó menor supervivencia libre de enfermedad, peor supervivencia global y mayor toxicidad.
Esto indica, entre otras cosas, que realmente estamos en pañales en lo que concierne a la señalización intracelular y a las interacciones entre las distintas vías que median las funciones de la célula tumoral. Eso sí, no parece buena idea combinar antiangiogénicos y moléculas anti-EGFR en cáncer colorrectal, a la luz de estos dos grandes estudios.
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