La verdad es que todo el tema del Gregorio Marañón ha avivado un verano que parecía que iba a ser bastante "descafeinado" en lo que a política sanitaria se refiere. Apenas se armó revuelo con el tema de los contratos eventuales, que en principio no iban a renovarse a finales de junio. ¿Cómo se consiguió esto? Pues como casi siempre, con un plato de lentejas; a saber, os renovamos a "casi" todos otros 6 meses, en noviembre-diciembre se volverá a montar el mismo jaleo y hasta entonces, todos "acojonaditos" y sin levantar la voz.
Por otro lado, se avecina una buena batalla tras el verano, al menos en Madrid, que no es otra sino la prevista implantación del área única, con la oposición de todas las organizaciones de profesionales. Aquí también parece que habrá tela que cortar.
Pero, en el momento actual, lo que está en los medios es el presunto error que produjo la muerte a Rayán. Existen personas que piensan que exigir mejoras en la Sanidad es aprovecharse de la desgracia ajena; aunque sus opiniones me parecen muy respetables, no estoy de acuerdo. Es sólo en casos como éste en los que la ciudadanía se da cuenta de cómo están realmente las cosas. Y no es algo exclusivo de la Sanidad: hasta que no pasa algo gordo (normalmente, un fallecimiento por la causa que sea), no se lía (veáse Justicia, Transportes, etc.).
Por lo tanto, considero que es nuestro deber exigir que se tomen medidas para intentar evitar que este error u otros similares se repitan. Lo que no es de recibo, como ya he comentado anteriormente, es el disbalance entre aciertos y errores. Si los aciertos que se "cometen" todos los días se pagan a 1100-1300 € mes, con contratos de horas o días, sin posibilidad de formación ni de promoción, y en condiciones laborales precarias, no puede ser exigible que un error puntual suponga inhabilitación, cárcel y sumas millonarias. La responsabilidad debe reconocerse y pagarse.
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