En las últimas semanas el tema de la objeción de conciencia entre el personal médico ha vuelto a saltar a la palestra, en buena parte debido a los probables cambios en la ley del aborto. Buena parte de la polémica la encendió el propio ministro de Justicia con estas declaraciones, en las que negaba el derecho a la objeción de conciencia entre los médicos. No voy a centrarme en el tema del aborto (que daría para bastante por sí mismo), sino en el mero derecho a la objeción de conciencia.
Desde varios organismos, entre ellos la Organización Médica Colegial (OMC), se ha reclamado este derecho entre los médicos. A priori, equiparar la objeción de conciencia con la desobediencia civil, como ha hecho el susodicho ministro, parece algo un pelín exagerado. Sobre todo si mantenemos que el derecho de objeción de conciencia es aplicable a cualquier persona, y que yo sepa los médicos somos, ante todo, personas.
Existen claramente dos posturas: la del Gobierno, que se agarra a que el funcionario público debe cumplir con la legislación vigente, y aquí no existiría un hueco para la objeción de conciencia; y la opuesta, en la que se argumenta que el médico, como cualquier persona, mantiene el derecho a la objeción de conciencia en el ejercicio de su profesión. Tampoco se debe olvidar que, dentro del derecho a la objeción de conciencia, se incluye la "obligatoriedad" de poner a disposición, del paciente en este caso, a otro profesional que realice dicho procedimiento.
En fin, con el "monopolio" de la gripe A, puede que este tema se diluya y pierda fuelle; ya veremos en qué queda la cosa...
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