lunes, 6 de abril de 2009

La financiación de los tratamientos oncológicos

Aunque es éste un tema que, creo yo, muchos de nosotros hemos tenido presente en multitud de ocasiones, la entrevista-conferencia a Pere Gascón, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Clinic de Barcelona, ha puesto este tema, por así decirlo, en la picota. Al menos, ha aparecido en multitud de medios de comunicación a nivel nacional, lo cual es bastante poco frecuente cuando hablamos de salud desde un punto de vista serio y no sensacionalista.
El coste actual de muchos de los tratamientos antineoplásicos, particularmente, como es lógico, de los más novedosos, es más que elevado, y en muchas ocasiones uno se plantea si realmente merece la pena ese gasto. Dejando aparte la interpretación de los resultados de los estudios (el fijarse únicamente en "viven un mes más" es un claro error y una visión simplista del resultado de un ensayo clínico), sería deseable poder individualizar los tratamientos para que les sean aplicados a aquellos casos que tienen más posibilidades de obtener un beneficio real de los mismos. Pero la realidad es bastante más dura.
La investigación actual está en manos de la industria en su mayor parte, y a ellos no les suele interesar restringir su grupo de posibles pacientes-clientes a aquellos que sobreexpresan una determinada proteína, por poner un ejemplo. Salvo en el caso de que se busque un nicho terapéutico concreto, no es éste su objetivo.
Y si hablamos de realizar investigación "independiente", al menos en España, el apoyo a dicha investigación es tan escaso y tan difícil de conseguir, que muchos optan por desistir o por, directamente, irse al extranjero si lo que de verdad les interesa es la investigación de calidad. Lo que no es de recibo es que se nos exija contener los gastos pero sea virtualmente imposible colaborar desde el punto de vista académico a conseguirlo. "Que inventen otros".
Porque si ya entramos en el tema del "médico gestor", entonces no acabaríamos nunca. En otros campos tal vez mi opinión sea más discutible, porque puede existir más competencia entre fármacos similares y pueda hacerse una elección en función del coste, pero en Oncología no opino que sea así. Si creo que algo es lo mejor que le puedo ofrecer al paciente, está probado que es eficaz y está disponible, se lo ofrezco y punto. ¿Es caro? Puede, pero si no hay otra opción, ¿debo negarle al paciente una posibilidad real de que todo vaya un poco mejor (o un poco menos mal)? ¿Dónde pongo el límite? Lo siento mucho (es un decir...), si está autorizado, indicado y disponible, lo pauto. Y punto.
¿Cuál es vuestra opinión?

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