En estos momentos de crisis económica, bien puede un país identificarse por dónde recorta más sus inversiones. Y la verdad es que lo nuestro es de traca. Decimos (dicen) que la salida de la crisis pasa por cambiar el modelo económico, por incentivar la formación, por apostar por las nuevas tecnologías. Pero dicho esto, resulta que uno de los aspectos que más recortes va a sufrir va a ser la educación. Todo muy coherente, sí señor.
Mientras los sindicalistas de UGT se suben el sueldo hasta un 7% (cómo se nota que para algunos la crisis no existe), mientras los gastos en Defensa se mantienen bastante estables (y se siguen encargando aviones, helicópteros y fragatas para luchar no se sabe muy bien contra quién), mientras se siguen financiando gastos superfluos como la traducción simultánea en el Senado o la ingente cantidad de coches oficiales a disposición de nuestra clase política (somos los sextos en el mundo en este "deporte"), vamos nosotros y recortamos en la mayor inversión de futuro que puede hacerse, en educación. Y recortamos a saco, siendo uno de los países de la Unión Europea que menos invierte en este asunto.
Pero luego nos quejaremos de que las nuevas generaciones se están echando a perder. Claro, si no invertimos en ellas, qué esperamos...